Son muchas las pacientes que vienen a la consulta y me dicen que ellas hacen un montón de ejercicios de Kegel desde que han dado a luz pero siguen con problemas de pérdidas, no saben si lo hacen bien o no notan si están contrayendo.
En este post voy a hablar de los ejercicios de Kegel, esos ejercicios que todas conocemos. Nos los presentan como la solución a nuestro problema. Sé que voy a crear polémica puesto que voy desmitificar unos ejercicios “de toda la vida” por lo que ruego se lea hasta el final.
Los ejercicios de Kegel fueron desarrollados por  el ginecólogo Arnold Kegel en la década de los 40 para tratar de mejorar y fortalecer el suelo pélvico, y así evitar los problemas que tienen lugar cuando este “afloja” (quien no se acuerde, que revise los post anteriores). Consisten en contraer el suelo pélvico de forma voluntaria.
Mis pacientes me dicen, que cuando el ginecólogo les manda hacer kegel les dice: “Cuando estés orinando prueba a cortar la orina, de este modo localizas los músculos que debes contraer”. Este método está bien si lo haces de forma eventual, pero tengo pacientes que lo toman como costumbre y es un ERROR, hacer el Stop Pi – Pi (que se denomina esta práctica) solo conduce a una mala educación del vaciado vesical, es decir, que la vejiga no se vacía cuando debe. Esto provoca posibles infecciones de orina ya que dejamos orina en la vejiga más tiempo del que debería estar (residuo miccional). Otro error grave a la hora de hacer los Kegel es empujar y esto, como todas ya sabemos, es perjudicial porque provoca un sobre estiramiento del suelo pélvico. Para hacer bien los Kegel, para notar si contraemos o no el suelo pélvico, es mucho más sencillo y menos perjudicial, introducir un dedo en la vagina y simular que aguantas las ganas de hacer pis, en ese momento, en nuestro dedo notaremos movimiento como si nuestras paredes vaginales quisiesen estrangular el dedo,  esto sería lo ideal, claro.
En el caso de los hombres el dedo se introduce en el ano, porque ellos también tienen suelo pélvico y quizás no les dé problemas de descenso de órganos, pero hacer estos ejercicios mejora su control sexual.
La principal “pega” de los ejercicios de Kegel es tipo de contracción que provocan. La contracción que realizamos con estos ejercicios es voluntaria, con lo cual contraemos las fibras musculares de tipo II, que son fibras rápidas y no fatigables.
Para que entendamos esto de una forma sencilla explicaré que el suelo pélvico tiene dos tipos de fibras musculares: las I, que nos dan el “aguante”, el tono, la resistencia, que son lentas y no se fatigan con facilidad (sostienen el peso de las vísceras todo el día); y las fibras II, que nos dan la “fuerza” y la velocidad. Pues bien, después de esta explicación, todos pensaríamos que trabajar las fibras II, que se realiza con los Kegel, es lo más importante, pero la cosa cambia si os digo que en el suelo pélvico hay un 80% de fibras de “Aguante” y un 20% de fibras de “fuerza”.
No todo es negativo,  los Kegel mejoran las relaciones sexuales. Al tener la capacidad de contraer las paredes vaginales conseguimos aprisionar el pene aumentando el rozamiento, que es al final lo que da placer a ambos miembros de la pareja.
A nivel patológico, ¿Qué sentido tiene practicar algo de forma constante si solo nos aportara un 20% de beneficio? Lo tiene, no por ser solo el 20% del músculo lo vamos a abandonar a su suerte. No debemos olvidarnos de hacer los Kegel, pero sin descuidar el tratamiento de las otras fibras del suelo pélvico, las que no se agotan y aguantan el peso de las vísceras. Estas fibras se tratan con la Gimnasia Abdominal Hipopresiva, que a pesar de ser más “joven”, ya que son técnicas modernas, se está comprobando que son las que más beneficios aportan.
La pauta de los Kegel sería hacer series de 5 ejercicios, en la posición que se quiera (sentado, tumbado, andando), pensaríamos que aguantamos las ganas de orinar 5 segundos , tras esto, relajaríamos el suelo pélvico al menos 10 segundos antes de hacer otra repetición. No tiene sentido hacer más de 5 repeticiones, ya que el propio Marçel Caufriez, mentor de la fisioterapia uroginecológica, ha realizado estudios en los que se afirma que de la primera contracción que se realiza a la segunda, hay una pérdida de fuerza, y con ello de efectividad, del 30%, de modo que a partir de la 5 repetición puedes pensar que estás haciendo mucha fuerza, pero a nivel muscular no estarás trabajando tus músculos del suelo pélvico porque estos se habrán agotado, por lo que he explicado antes del tipo de fibra que contraemos.
Yo recomendaría hacer tandas de 5 Kegels, de 5 segundos con 10 segundos de descanso, tres veces al día. Como no requieren una posición especial, los puedes hacer en cualquier sitio, y es por eso que a la mayoría de nosotras se nos olvida hacerlos, una buena pauta serían 3 tandas al día: desayuno, comida y cena. Hay que asociarlo a algo que hagamos todos los días sistemáticamente, de este modo no se olvidan, por ejemplo lavarse los dientes (¡ojo! Que esto solo es un consejo). 
Resumiendo, Kegel,  son importantes pero no tanto como se creía. Hay que trabajarlos pero no podemos olvidarnos trabajar ese 80% restante del músculo con nuestros hipopresivos.